El protocolo, tal y como lo conocemos hoy, ha sufrido una evolución. Ha pasado de ser una serie de rígidas normas de ordenación y etiqueta para convertirse en un protocolo multidisciplinar y estratégico, que se adapta a los nuevos tiempos, integrando otras disciplinas como la comunicación, la publicidad, las relaciones públicas y las nuevas tecnologías.
Las entidades privadas también han cambiado la manera de relacionarse con el exterior, sabiendo que la sociedad busca cambios y nuevas relaciones. Así que tiene que ofrecer otros servicios junto con sus productos. Crear cercanía con el cliente, escucharlo y entenderlo, crear nuevos contactos, ofrecer nuevas experiencias. Hace que el protocolo y la organización de eventos entren en juego.
Así nace el protocolo empresarial. El protocolo en las instituciones privadas es claramente distinto al protocolo que rige a las entidades públicas. Sus actos no se rigen por normas o leyes, si no que atienden a normas creadas de manera interna por la empresa, creando el protocolo de empresa.
El protocolo en la empresa sirve para organizar y optimizar sus relaciones tanto de manera interna como externa. La redacción de un Manual Interno de Protocolo define y organiza los pasos a seguir por una empresa en sus relaciones y les ayuda a conseguir beneficios. Se debe gestionar el organigrama, las precedencias, las visitas, actos, las estrategias de relación con sus clientes tanto internos como externos.
La empresa se tiene que dar cuenta que la relación con sus consumidores ha cambiado, ya no es la misma. Estos ya no quieren sólo sus productos, si no que quieren comunicarse y sentirse participes de la actividad empresarial y es ahí donde la organización de actos y el protocolo tienen su labor actual.
El protocolo y los eventos te ayudan a acercarte a todos tus clientes de la manera adecuada, desarrollando estrategias que creen un feedback, una comunidad.
En definitiva, el protocolo y los actos se están convirtiendo en la imagen y la rentabilidad de la empresa. Ahora el protocolo es estratégico, los actos tienen unos objetivos.
Si un evento falla, si no se consiguen los objetivos, será el fracaso para la empresa.